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EL TIEMPO EN LA CRUZ

OPINIÓN

19 de diciembre de 2021

Entre el pinochetismo y la nueva Constitución

Aunque Boric lidera todas las encuestas, la amenaza del ultraderechista Kast es real: fake news y acusaciones sin fundamento a favor de los poderosos de siempre.

Por Juan carlos Ramírez Figueroa

Desde Santiago

Este domingo los chilenos deberán elegir en segunda vuelta a su nuevo presidente, cada uno con un proyecto de gobierno y visión de país diametralmente distinto, en lo que son consideradas las elecciones más polarizadas —e inciertas— desde el retorno el plebiscito de 1988 donde se derrotó en las urnas la dictadura de Pinochet.

Por un lado está Gabriel Boric, representante de la nueva izquierda surgida tras las grandes protestas estudiantiles de 2011 y en coalición con el Partido Comunista bajo el conglomerado Apruebo Dignidad, encarna las expectativas de un Chile más horizontal, con acceso a salud, vivienda y educación garantizado, mayor presupuesto para cultura, con cambio en el modelo de pensiones, impuestos a las grandes fortunas y potenciando la ciencia y las energías renovables por sobre el extractivismo. Es decir, un gobierno en sintonía con el proceso constituyente en curso, que él mismo ayudó a sellar con el Acuerdo por la Paz en noviembre de 2019 tras un mes de intenso Estallido Social en el país y donde, un año después, casi un ochenta por ciento de los chilenos votó por enterrar la constitución de 1980, la de la Dictadura.

Por el otro, José Antonio Kast, en cambio, encarna otro mundo de mucho arrastre en Chile: el conservador y nostálgico de la disciplina y orden que, en teoría, alguna vez existió en el país. Es reveladorque su primera aparición pública fue estando en la universidad, en la propaganda del “Sí”, la opción con que Pinochet quería mantenerse en el poder en el plebiscito y que se haya salido de la UDI —el partido del Jaime Guzmán, ideólogo de la dictadura y asesinado en 1991— por no ser tan derechista, fundando el Partido Republicano. Y aunque ha intentado despegarse de la figura del Dictador, acercándose al mundo evangélico (su coalición se llama Frente Social Cristiano) el candidato ha reconocido púbicamente su simpatía por el Dictador en el contexto de su primera incursión electoral en 2017 donde obtuvo casi ocho por ciento de votos (“si estuviera vivo votaría por mí”). Su programa por otro lado se compromete básicamente a achicar el Estado, rebajarles los impuestos a las grandes empresas, cavar zanjas para evitar la migración ilegal y desplegar mayores fuerzas de seguridad en la Araucanía.

Por lo mismo no debe sorprender el apoyo en bloque de los partidos del oficialismo a esta última propuesta, incluyendo a funcionarios del gobierno de Sebastián Piñera como la subsecretaria de salud Paula Daza que pidió algunas semanas “sin goce de sueldo” para apoyar a Kast en su gira por Chile que, en un vuelvo inesperado pasó de prometer cerrar el Ministerio de la Mujer a abrirse a los liderazgos femeninos.

Boric en cambio fue sumando rápidamente el apoyo de la otrora gloriosa Concertación de Partidos por la Democracia, que gobernó al país desde el retorno a la democracia hasta 2010 cuando Piñera ganó por primera vez: desde los expresidentes Ricardo Lagos y Michelle Bachelet hasta el grueso de la Democracia Cristiana, Partido Socialista y Partido Radical, pasando por la gran “contratación” como jefa de campaña de la presidenta del colegio médico Izkia Siches, una de las voces más potentes —y críticas de Piñera— durante la pandemia y cuya mezcla de carisma y rigor científico la hizo ser nominada por la revista Time como una de las 100 líderes para el futuro con texto de Bachelet.

Las sorpresas

Aunque prácticamente todas las encuestas dan como ganador a Boric por un rango de entre dos y trece puntos (proyección que se mantiene en las diversas encuestas privadas, que no se pueden difundir debido a la prohibición por ley de dar a conocer sondeos desde quince días antes de las elecciones), Kast tiene a su favor haber obtenido la primera mayoría en la primera vuelta (27,91 por ciento), superando a su contendor del domingo (25,82) pero también al favorito de Piñera, el ex ministro Sebastián Sichel, Yasna Provoste de la coalición Nuevo Pacto Social (última encarnación de la Concertación que incluía a la DC, PPD, PS Y PR entre otros) y Marco Enriquez-Ominami en su cuarta aventura presidencial.

La gran sorpresa fue el economista Franco Parisi que obtuvo el tercer lugar con 12,81por ciento de votos (900.000 personas), que jamás pisó Chile debido a una orden de arraigo por el no pago de pensión familiar. Parisi que pertenece a esa oleada libertaria que desprecia a los políticos tradicionales se dejó querer al punto de invitar a ambos candidatos a su programa de internet “Bad Boys”. Kast participó y fue tratado con inesperado guante blanco. Algo que activó las alarmas en el equipo de Boric, que inicialmente había aceptado concurrir. El extraño viaje de Kast a Estados Unidos, un par de días después de la primera vuelta generó sospechas. Según un reportaje del canal televisivo La Red fue para reunirse con Parisi, aunque oficialmente aseguró que fue sólo para reunirse con el republicano Marco Rubio y luego agregó, de pasada, con los dueños de las AFP (administradoras de fondos de pensiones) que controlan los dineros que los chilenos deben pagar obligatoriamente para su jubilación y que privados invierten sin compartir ganancias. Boric finalmente, en un gesto hacia las mujeres que votan por él, se negó a ir. Parisi le dedicó su show completo a “destruir” su programa económico.

Pero el verdadero protagonista de esta segunda vuelta han sido las fake news. Según el diputado Gonzalo Winter, integrante del comando de Gabriel Boric es la primera vez que un candidato las usa “profesionalmente” en la historia de Chile. Al estilo de Bolsonaro o Donald Trump, el comando de Kast ha usado montajes fotográficos como Boric en medio de disturbios, cuando en realidad había salido a ayudar en una inundación. O que en pleno debate televisivo se le haya tratado de “abusador” cuando la propia víctima había hablado de “actitudes machistas” en sus primeros años de dirigente estudiantil. O que se haya insinuado un consumo de drogas, lo que hizo a Boric mostrar un test que consignaba que no consumía droga alguna, lo que no bastó para Kast invitándolo a hacerse un test de pelo. "Las mentiras del Partido Republicano son protagonistas de la elección presidencial, y tenemos la responsabilidad de que cada vez que con simpatía dicen algo que no es cierto, hay que denunciarlo", señaló Winter en una entrevista radial.

La última joya: Sebastián Izquierdo, un joven perturbado pero líder de la versión chilena de la derecha alternativa, hizo correr un video donde llamaba abiertamente a los apoderados de mesa “hacer trampa” para que gane Kast, aunque indicando confusamente la forma de hacerlo. El Servel, el Servicio Electoral Chileno ya anunció una querella.

El futuro de Chile

En un momento del cierre de campaña el jueves pasado, apenas unas horas del anuncio de la muerte de Lucía Hiriart de Pinochet —para muchos chilenos que la recuerdan en sus apariciones públicas y en medios, más déspota y extrema que su marido—, Boric observó que la propaganda de Kast es “calcada” a del “Si” donde Pinochet intentaba ganarse el voto del chileno. Y es verdad: con largos testimonios de personas que han sido robadas o se sienten violentadas por la migración, echándole la culpa de todo a la izquierda (y al Partido Comunista que en Chile ha sido democrático, capaz de gobernar junto a Bachelet en su segundo periodo y de gran arrastre en los mundos populares) y mostrando como ideal un Chile exportador y de personas humildes pero felices.

Y aunque algunos analistas dicen que Kast no es pinochetista, ni tampoco “facho” sino simplemente un hombre católico y conservador, su candidatura ha resultado un revival del pasado más oscuro de Chile, aunque intente hablar todo el tiempo de futuro.

A sus 35 años Boric, que ha sabido moderar tanto su look como discurso, intentando convencer a los adultos que ya no es el joven rapado a los costados y con poleras de bandas hardcore punk (como cualquier joven de su generación), se ha mostrado transparente al reconocer errores y ha dicho en los debates que su fortaleza es escuchar, construir alianzas y volver a mirarse los rostros. “Somos una generación que aprende de los que vinieron antes, y nos unimos para derrotar la dictadura. Nos unimos para democratizar Chile, nos unimos para tener una nueva Constitución y ahora nos vamos unir para derrotar al heredero de este gobierno y del pinochetismo“.

Fuente:www.pagina12.com.ar



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