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OPINIÓN

18 de marzo de 2013

Corrientes palpita, desde ya, las elecciones

La Presidenta anticipó un próximo viaje a Corrientes. Está satisfecha por el consenso logrado en el peronismo correntino, y al invitarlo a Camau Espínola a formar parte de la comitiva que viajará al Vaticano le dijo: "Vamos por todo y con todos"; un elíptico mensaje que abre más de una interpretación. En la semana, Ricardo, acuciado por la necesidad de no perder aliados, hizo un intento para mantener al nuevismo. Descuenta que más allá de candidaturas electivas, los dos sectores del autonomismo permanecerán en la alianza gobernante y se entusiasma con la posibilidad de que finalmente "Perucho" Cassani se quede con el sello liberal. Con Proyecto Corrientes y el Partido Popular no habrá sorpresas. Ambos tienen asegurados escaños legislativos. En el peronismo hay un fuerte entusiasmo. Un escenario polarizado, con un justicialismo unificado y un fuerte apoyo del poder central aseguran una elección que se definirá en primera vuelta, en un River y Boca que estará para alquilar balcones.
Por CONFUCIO

 

El marco de consenso logrado en el peronismo pareció apurar las definiciones de la alianza gobernante, preocupada al menos por mantener el mismo marco de acuerdos que tuvo en las elecciones pasadas.
La fórmula apunta a sumar la mayor cantidad de intendencias, más allá de la incertidumbre que genera hasta qué punto las  estructuras partidarias, del liberalismo, del autonomismo o del propio PaNu, sean capaces de disciplinar a los jefes comunales en un 100 por ciento bajo la esfera de las decisiones partidarias.
El liberalismo transita los tramos finales de una interna que, salvo un  imponderable siempre posible, se llevará a cabo en la fecha prevista, más allá de que cualquiera sea el resultado habrá un sector del partido que estará en ECO y otro en el Frente para la Victoria.
El cómo jueguen los intendentes será hasta el final toda una incógnita, comenzando con el propio Intendente de San Roque que a unos y a otros alienta en las esperanzas de acompañar proyectos por naturaleza disímil.
De lo que se trata, para los jefes comunales, es mantener el poder territorial que es dónde apunta el armador Colombi a la hora de estructurar el potencial de la alianza gobernante.
Al comienzo de semana, el mandatario provincial, consciente de ciertos avances de jefe comunales del nuevismo, y del propio Vicepresidente 1º que tuvo una larga charla a solas con el virtual candidato del peronismo, no dudó en cruzar el Rubicón para reunirse a solas por espacio de más de una hora con el jefe nuevista en un encuentro a solas a cuyo término hubo satisfacción recíproca, acaso como si se hubieran dado los trazos gruesos de un acuerdo cuyo contenido será blanqueado en la próxima reunión del nuevismo, donde se pondrá en blanco sobre negro la posibilidad de un nuevo acuerdo que esta vez pareciera tener más proyección y contención para con los ya díscolos jefes comunales.
Para Tato ya fue un progreso que después de mucho tiempo Ricardo Colombi haya dado ese paso de reabrir un diálogo que pasó por momentos de altibajos y tensiones, más allá de las relaciones carnales que supieron tener en la década del ’90, cuando uno era Gobernador y el otro Intendente.
El hecho de que esta vez Colombi haya ido al pie, en búsqueda de acuerdos que parecían a esta altura ya imposibles, allanó en el ex hombre fuerte de los ‘90 el camino de un diálogo al que mucho contribuyó la coyuntura política de Sergio Flinta y la acción sostenida de un interlocutor convencido como es el actual Intendente de Paso de la Patria, para quien es indiferente llegar a una banca en la Legislatura tanto sea por ECO como por el Frente para la Victoria.
Los que conocen el paño aseguran que así como a Ricardo no le disgustó trasponer los límites de la casa de la calle Mendoza, tampoco lo afectaría intentar un nuevo acercamiento a la "Dama de Hierro", aunque todo indica que los reparos, en este caso, parecieran insalvables por parte de Josefina Meabe, convencida de que su lugar está en el peronismo que acaba de premiarla con la restitución del cargo de Presidenta de la estratégica Comisión de Agricultura y Ganadería del Senado de la Nación.

Y LOS AUTONOMISTAS

Colombi apuesta a mantener bajo su ejido de control a los dos sectores del autonomismo, sino los tres, considerando la proximidad ensayada con Manuel Sussini que desde Compromiso Correntino pareciera mostrarse por estas horas más cerca del ricardismo que del propio justicialismo, donde supo aproximarse tiempo atrás.
Sussini tendría reservado, se dice, una banca en el Senado de la Provincia. No sería éste el caso del llamado PA de sello, cuyo aporte medido en términos electorales, en una elección que se definirá en primera vuelta, no alcanzan para contemplar el otorgamiento de un escaño legislativo. Y mucho menos en lugares expectables o salibles.
Distinta quizás sea la óptica respecto al otro sector que comanda Marcelo Chaín, que con su flamante partido Unidos por Corrientes mantiene estrechos lazos con el gobernador Colombi.

¿Y LOS OTROS SELLOS?

ECO trabaja contra el reloj para que no sólo Unidos por Corrientes o Compromiso Correntino se sumen a la UCR, Proyecto Corrientes, el PL y el PaNu. Aspira también a que el Partido Iberá, o el Partido Sargento Cabral, que comanda la senadora "Susi" González, sean parte del espectro aliancista.
A Juan José Encinas lo considera tropa propia, más allá de que a la hora de definir candidatos falten bancas para cumplir compromisos. Colombi es consciente de que en el caso de los intendentes con apoyos adicionales muchas veces se logran compromisos como los pretendidos.
Lo cierto es que a la hora de definir nombres habrá, sin duda, que hacer el milagro de los panes. Es que los radicales de pura cepa quieren aumentar su potencial propio en la Legislatura. Los liberales pretenden dos bancas en Diputados y una en el Senado. Canteros apuesta a dos lugares salibles. El PaNu tendría ya asegurada la renovación de la banca, más allá de que permanece sin definiciones el nombre de quién la ocupará. El sector de Marcelo Chaín, como el de Susi González, apuesta a ser parte de las listas legislativas como el mismo "Juanjo" Encinas. Lo propio ocurre respecto a José Antonio Romero Feris, cuya posibilidad de reponer a la diputada Marly Brisco no parece fácil en esta coyuntura en que aparece fuertemente revaluada la inserción de Marcelo Chaín su contendiente interno.

¿Y EL PJ?

En el peronismo el proceso de unificación lograda y el desdoblamiento en la fecha de presentación de listas provinciales y comunales pareció contribuir de manera decidida a despejar el escenario de dudas.
Puertas adentro del justicialismo hay una fuerte convicción de triunfo y ello contribuye a que se haya morigerado notoriamente la intensidad lógica de los reclamos posicionales.
Aun así hay  tres lugares fuertemente expectables en las lista provinciales que se supone serán adjudicados unos meses más adelante, cuando las encuestas vayan, marcando  las reales posibilidades de uno y otro sector.
En el justicialismo hay convicción de que con un escenario polarizado, y con la contención de los sectores internos, la brecha se abriría progresivamente en favor de Camau, que contrariamente a Colombi tiene una banda de crecimiento sustancialmente mayor en función a que la imagen negativa del actual Gobernador le permita abrogar las esperanzas de que en campaña se acentúen diferencias.

¿Y LA JUSTICIA?

Imprevistamente el Superior, notoriamente debilitado, dio a conocer una resolución aplicando una multa a los tres camaristas libreños que meses atrás marcaron claras diferencias. La resolución se dio con un fallo dividido, con argumentos tan fuertes desde la minoría que anticipa que la cuestión está lejos de zanjarse.

 Sorprende sí la posición ambivalente del Colegio de Magistrados, que como en otros casos de sanciones a jueces prefirieron mirar para el costado.
En Paso de los Libres, por estas horas se asegura que los tres camaristas libreños van por todo. Pedirán  a la Legislatura las cabezas de los tres supremos que rubricaron una sanción que consideran coercitiva, y aspiran llegar con sus reclamos a la mismísima Corte Suprema de Justicia de la Nación, pasando por el Senado, donde se espera el testimonio de los tres hombres camaristas dispuestos a poner en jaque a la cúpula tribunalicia local.
Aun así, lo que preocupa, y mucho, puertas adentro del Tribunal es la citación que recibirían la Secretaria del Jury, otros secretarios y relatores del Superior que serían convocados para dar cuenta de la forma cómo el Tribunal llega a sus sentencias en lo que hace al proceso de formación de la voluntad de un órgano colegiado. En la mira está la denuncia de manipulación en la circulación de las causas y de discrecionalidad en la integración del Tribunal, sin apoyo en ninguna norma escrita.
La luz verde al Senado la habría dado la propia Presidenta de la Nación, empeñada como está en llevar adelante un proceso de democratizar la Justicia transparentando su funcionamiento.  

UN PAPA ARGENTINO, JESUITA, PERONISTA Y DE SAN LORENZO DE ALMAGRO, AUSTERO COMO POCOS

Más allá de las intenciones humanas, la absolutamente inesperada elección del cardenal Jorge Mario Bergoglio como Sumo Pontífice constituye, para la Argentina, un tendente que resultaría ridículo subestimar.
De allí que, independientemente de las múltiples lecturas que merece el episodio desde el punto de vista de la vida de la Iglesia Católica, el Gobierno se encuentra ante un hecho nuevo, que exige una respuesta creativa e innovadora.
Por primera vez en la historia habrá un ciudadano argentino con mayor relevancia internacional que el Jefe de Estado. Lo que para los italianos y los demás países de Europa Occidental representa algo totalmente normal, para la Argentina es una novedad y también un enorme desafío.
La singularidad de esta situación se agiganta si se tiene en cuenta que la historia de las relaciones entre el Gobierno argentino y el flamante Papa ha sido al menos de distancia, y en algunas ocasiones de hostilidad.

BERGOGLIO Y WOJTYLA

A pesar de las siderales diferencias entre las respectivas coyunturas históricas, cabe empero trazar una cierta analogía entre las repercusiones políticas inmediatas de la elección de Francisco, con el inmenso impacto que tuvo en 1979 en Polonia el ascenso al pontificado de Juan Pablo II.
En aquella oportunidad, el régimen comunista de Varsovia estrenó, bien que a disgusto, una actitud de "realpolitik" que ocultaba su contrariedad y buscaba establecer una relación no conflictiva con monseñor Karol Wojtyla, aunque esa estrategia no fue óbice para que el nuevo Papa brindara un decidido apoyo al movimiento Solidaridad, encabezado por Lech Walesa, que se convirtió en la punta de lanza que perforó la Cortina de Hierro.
Afortunadamente existe una diferencia política fundamental, de carácter cualitativo, entre aquella experiencia polaca y el caso argentino.
El nombramiento de Wojtyla obedecía a la voluntad de la Iglesia Católica de poner en marcha una ofensiva estratégica contra el bloque soviético. En cambio, la designación de Bergoglio responde a una lógica que tiene que ver con la problemática intrínseca de la Iglesia, y no implica de ningún modo ni de su parte, ni menos aún del Colegio Cardenalicio, la más mínima intención de interferir en los asuntos internos de la Argentina.
Demás está decir que en la agenda de Francisco no ocupa ningún lugar significativo la índole del vínculo entre la Santa Sede y el Gobierno argentino. Más aun, si alguna preocupación puede rondar la cabeza del Papa, es la forma de mejorar las relaciones preexistentes.

LOS "ANTIPAPISTAS"

En consecuencia, las preocupaciones de la Casa Rosada, más que centrarse en la actitud del Papa tendrían que concentrarse en dos núcleos de opinión. Por un lado, prever los movimientos de los "más papistas que el Papa", interesados en sobreactuar políticamente las antiguas controversias para llevar agua para el molino de la oposición.
En segundo lugar, aunque a lo mejor sería preferible decir que en primer término, frenar a los "antipapistas" que aún desde el riñón del oficialismo iniciaron de entrada una frontal y paradójica "guerra santa" contra Su Santidad.
En rigor de verdad, desactivar políticamente a los "antipapistas" es la condición necesaria, y probablemente hasta suficiente, para neutralizar las eventuales maniobras de los "más papistas que el Papa".
En este sentido, tanto los silbidos que en Tecnópolis acompañaron a las primeras referencias al nuevo Papa vertidas por Cristina Kirchner, como las afirmaciones ferozmente críticas formuladas por Horacio Verbitsky, Luis D’Elía y otras caracterizadas personalidades del oficialismo, y el sesgo predominantemente negativo de la cobertura periodística realizada hasta ahora por los medios estatales y por algunos órganos vinculados al Gobierno, trasuntan el poco saludable síndrome de "sangrar por la herida".
Un factor adicional a tener en cuenta, que no tiene tanto que ver con la personalidad del cardenal, sino con su propia formación, es su profunda cultura política. A diferencia de la gran mayoría de sus pares, Bergoglio conoce en detalle la historia política argentina y todas las sutilezas y matices de los conflictos políticos del presente.
Pero ese conocimiento roza la perfección cuando se particulariza en las características propias del peronismo, objeto de sus inocultables simpatías. Sea para bien o para mal, el nuevo Papa no necesita entonces servirse de ningún consejero para interpretar todo lo que sucede en su país natal. Le sobraría con sólo leer los títulos principales de las portadas de los diarios porteños.

EL NUEVO PAPEL
DEL EPISCOPADO

Por otra parte, Bergoglio criticó siempre la tendencia de la burocracia vaticana a anudar vínculos políticos con los distintos gobiernos al margen de las jerarquías eclesiásticas de sus receptivos países.
En la década del ‘90 ése fue un constante motivo de desavenencia con el gobierno de Carlos Menem, que había logrado, sobre todo a través de la intermediación de Esteban Caselli, un tratamiento privilegiado en Roma a cambio de su acompañamiento incondicional a las posiciones de la Santa Sede en asuntos tan sensibles y polémicos como los debates en los organismos internacionales sobre el aborto y la fecundación asistida.
También durante el pontificado de Benedicto XVI fueron casi públicos los entredichos entre Bergoglio y la Secretaría de Estado del Vaticano, en particular durante la gestión de Ángelo Sodano, cuyo lugarteniente era otro cardenal argentino, Leonardo Sandri, en torno a la designación de obispos, cuando desde Roma a menudo se desoían las recomendaciones del Episcopado Argentino.
Esas divergencias se traducían en la tensa relación que mantuvieron durante años Bergoglio y el Nuncio Apostólico, Adriano Bernardini, distancia que se acortó sensiblemente tras la sustitución en Roma de Sodano por el cardenal Tarcisio Bertone, el consiguiente cambio de funciones de Sandri y el nombramiento como representante diplomático del Vaticano del obispo suizo, Emil Paul Tscherrig.
Más aún: los adversarios de la conducción de Bergoglio en el Episcopado Argentino, que respondían al ala conservadora encabezada por el obispo de La Plata, monseñor Emilio Aguer, siempre buscaron la protección de la Secretaría de Estado.
Por esos hondos motivos, tanto en el manejo de las relaciones entre la Iglesia Católica y las autoridades políticas como en las decisiones atinentes a la organización interna de las iglesias locales, Bergoglio fue siempre un firme partidario del fortalecimiento del rol y la autonomía de los episcopados.
Por consiguiente, sí adquiere ahora una enorme importancia política la designación del sucesor de Bergoglio en el arzobispado de Buenos Aires. En medios eclesiásticos, existe la suposición no necesariamente cierta de que ese nombramiento podría recaer sobre el actual obispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik, o el titular de la diócesis de Gualeguaychú, monseñor Jorge Lozano.

UNA IGLESIA MÁS FUERTE

Hay empero un fenómeno social previsible y que escapa a la voluntad de los actores: el prestigio de Francisco provocará muy probablemente un aumento significativo del ascendiente social de la Iglesia Católica en la Argentina.
Hay que computar un factor adicional: la Iglesia Argentina será encendidamente "bergogliana".
En términos prácticos, más que mirar hacia Roma el Gobierno y todos los actores políticos y sociales tendrán sí que acostumbrarse a tratar con una jerarquía eclesiástica más prestigiada ante la opinión pública y, por lo tanto, probablemente más influyente y más confiada en sí misma.
En relación a Francisco, vale la pena consignar que cuenta en el Vaticano con un viejo e íntimo amigo, seguramente su hombre de mayor confianza dentro de la actual estructura de la Santa Sede: es el laico uruguayo, Guzmán Carriquiry Lecour, actual secretario de la Comisión Pontificia para América Latina, que es también un profundo conocedor de la Argentina.

LA ADVERSIDAD RETEMPLA

Nadie va a negar a Scioli su capacidad de optimismo, aún frente a situaciones extremadamente conflictivas. Pero hay quienes vieron demasiada cara de preocupación para enfrentar una situación límite como es mejorar la oferta salarial a docentes y normalizar las clases en la Provincia.
Más allá del resultado de las paritarias de este lunes, el Gobernador quiere mostrar que el conflicto docente es una coyuntura más que se reitera año tras año.
Acepta que los maestros deben ganar un sueldo digno, pero, a la vez, hace gala del discurso del "realismo posibilista"; es decir, pagar aquello que se puede pagar y no caer en falsas promesas a futuro.
En el entorno le advirtieron de su yerro cuando dijo que hacía un esfuerzo para financiar el aumento del 22 por ciento a los docentes, cuando sus gremios representativos reclamaban desde hace un mes un 30 por ciento.
Detrás del esfuerzo financiero subyace la relación política con la Casa Rosada. En distintos ámbitos se señala metafóricamente a un jefe de Gabinete de la Nación, Juan Abal Medina, con una valija de doce mil millones de pesos (los que necesita Scioli para pagar salarios) y con un documento. Ese documento sería la renuncia a las elecciones presidenciales y algún salvoconducto al Congreso de la Nación para presidir en el día de mañana la Cámara de Diputados.
Scioli resiste esa renuncia, claro está, pero la presión gremial de docentes y de otros gremios ya no está a la vuelta de la esquina, sino a pocos metros. No obstante, en el sciolismo apuestan a contar con un gran aliado, como es la presión de padres y de medios de comunicación para demonizar a los gremios y que estos, tras haber recibido una mejora en la oferta, declinen su postura intransigente.
Cabe recordar que ya hay gremios, como el moyanista Udocba, que viene declarando paros por 24 horas y el Frente Gremial Docente, mayoritario en la Provincia, lanzará una medida similar la semana que viene, de no obtener un aumento significativo.
Se viene hablando, para otros gremios como médicos, salud y judiciales, un incremento similar aunque en cuotas. Hay algunos dirigentes sindicales que ya ensayan algún discurso confrontativo para generar presión y lograr que el aumento sea inmediato y de una sola vez.
Mientras tanto, la usina kirchnerista se reactivó con una serie de señales que, en su conjunto, incrementan notablemente la presión para debilitar al Gobernador bonaerense.
En primer lugar, sigue siendo muy comentada la renovación de licencia al senador provincial y hoy viceministro de Seguridad de la Nación, Sergio Berni.
Este dirigente pretende el tercer lugar de la línea de sucesión y, obviamente, estaría dispuesto a volver si la presidenta Cristina se lo pide.
Desde la Rosada le ven los atributos necesarios para potenciar la línea y el mensaje del proyecto nacional y, en todo caso, ser uno de los máximos guías, aún superando a un devaluado José Ottavis, Juan De Jesús y otros.
En segundo lugar están los ya mencionados y supuestos ofrecimientos de diputaciones a Scioli para cuando venza su mandato; y en tercer lugar está la probable apertura del Gabinete hacia los requerimientos del Gobierno nacional. Este último rumor es más bien el más débil de los tres, pero no se lo descarta en función de la situación efervescente que hay en la Capital bonaerense.
Por lo bajo, muchos dirigentes y militantes cercanos al sciolismo empiezan a impacientarse con la actitud pasiva de su referente máximo. Empiezan a pensar en su futuro personal y en su plazo de vencimiento en 2015, si es que Cristina mantiene su persistencia en no abrir sus listas a dirigentes cercanos al Gobernador.
La teoría del jefe de Gabinete, Alberto Pérez, de honrar al 55 por ciento de los sufragios obtenidos por Scioli en 2011 se va desvaneciendo.
Parece no haber negociación posible con la Casa Rosada, a pesar de las declaraciones de fidelidad e incondicionalidad de Scioli hacia la Presidenta.

¿Y EN LA CIUDAD DE
BUENOS AIRES QUÉ?

Mauricio Macri imaginó la reapertura de la línea A del subterráneo porteño como leading case, en su afán por mostrarse como un gestor ejecutivo y sagaz en oposición a las persistentes dificultades que experimentó la política de transporte de la Casa Rosada en los últimos años.
Sin embargo, la realidad le volvió a ser esquiva al Jefe de Gobierno porteño. El debut de las renovadas formaciones del subte repitió los problemas de siempre y realimentó el malestar de los usuarios con el servicio, en medio del anuncio del aumento del 40 por ciento en el precio de la tarifa.
Mal que le pese al PRO, el manejo de la red de subtes le ha traído más dolores de cabeza que alegrías a su jefe político. Primero fue la eterna disputa con la presidenta Cristina Fernández por el traspaso de los servicios del ámbito nacional a la órbita porteña.
Después de casi un año de batalla dialéctica en los medios, tiras y aflojes y discusiones estériles, que convirtieron a los pasajeros en rehenes de una pelea ajena, Macri aceptó el traspaso sin subsidios nacionales convencido de que el costo político que había pagado por el conflicto con el Ejecutivo ya era más que suficiente.
Los problemas no terminaron ahí. El desembarco macrista en la administración de los subterráneos llegó con el anuncio de una nueva suba de las tarifas, la segunda en menos de un año, que lleva el pasaje a  3,50 pesos, más del doble del valor de un boleto de colectivo en el ámbito de la Ciudad.
A las previsibles quejas de los vecinos se sumó un movimiento más inquietante para los planes políticos del Jefe de Gobierno: por primera vez en lo que lleva de gestión los bloqueos opositores en la Legislatura porteña, que en conjunto superan la mitad de la composición de la Cámara, unificaron posiciones para intentar frenar la aplicación del aumento.
Si bien la maniobra opositora llegó tarde en su objetivo, generó preocupación dentro de las filas del PRO por la posibilidad de que la conjunción opositora pueda volver a activarse en cualquier momento para bloquear las iniciativas macristas en el parlamento capitalino.

Frente a ese temor, hacer una buena elección local en octubre que garantice la recuperación de la mayoría de la representación en la Legislatura se tornó una necesidad política ineludible para Macri. Cerca del mandatario confían en poder acelerar los tiempos del entendimiento político con Roberto Lavagna, convencidos de que la postulación del ex Ministro para el Senado fortalecerá las chances del partido de recuperar espacios en el parlamento capitalino.
El Jefe de Gobierno sabe que las complicaciones derivadas de la administración del subte no se reducen a la pelea por tarifas o las dificultades técnicas de los servicios. Mientras sus colaboradores negocian con Metrovías la renovación del contrato de concesión de los servicios, a Macri lo desvela el manejo del conflicto gremial y el futuro de la relación con los metrodelegados, que desde este mes presionarán por la definición de la paritaria sectorial.
Aún antes del traspaso efectivo del servicio, el escaso diálogo entre los funcionarios porteños y los representantes sindicales de los trabajadores estuvo dominado por furiosos contrapuntos, conflictividad creciente y permanente tensión.
Ahora, ante la inminencia del arranque de una discusión salarial en la que los metrodelegados ya anticiparon reclamos de aumento cercanos al 30 por ciento, en la administración macrista temen que ese cuadro se radicalice justo en medio del arranque de la campaña electoral para los comicios de octubre.
El alineamiento político de parte de la conducción del gremio, y en especial de su titular, Roberto "Beto" Pianelli con la Casa Rosada, sumado a los rumores que mencionan que el dirigente de la CTA de Hugo Yasky podría integrar la lista de candidatos del kirchnerismo para la Legislatura porteña, alimentan esa preocupación.
No es el único elemento de inquietud entre las filas macristas. En abril están previstas las elecciones para renovar el cuerpo de delegados del subte y todas las especulaciones anticipan un nuevo traspié para la UTA, el gremio que ejerce la representación formal del personal de Metrovías, de buen diálogo con la administración de la ciudad.
A contramarcha, los pronósticos vaticinan un crecimiento paralelo de los delegados que responden al kirchnerismo y a los partidos de izquierda, con fuerte predicamento en la Línea B.
Con una conducción gremial más combativa y radical, en el macrismo admiten que la posibilidad de conflicto es latente. En sus análisis prevé un escenario similar al que enfrenta el gobernador bonaerense, Daniel Scioli con los gremios docentes de la Provincia de reconocida simpatía con la Casa Rosada.
"Es la lógica del vale todo, si a Scioli lo torpedean con los maestros, con nosotros van a apostar a los subtes", razonó un estratega del Jefe de Gobierno, dando por descontado que el kirchnerismo utilizará cualquier conflicto en el servicio para desgastar la gestión del PRO en medio de la campaña electoral.
Las versiones que indican que, como con Pianelli, también Roberto Baradel, el jefe del Suteba (el gremio docente más poderoso de la Provincia) tiene reservado un lugar en las listas de candidatos K en el territorio bonaerense, ceba todos los temores del macrismo.

Fuente: www.diarioellibertador.com.ar


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