Cristina Kirchner terminó su cuarentena y volvió a Olivos para una charla pendiente con el Presidente
La ex jefa de Estado se recluyó en su departamento luego de regresar de Cuba. Ayer volvió a ver a Alberto Fernández
Por Analia Argento
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El lunes, Cristina Kirchner cumplió dos semanas de cuarentena tras su viaje a Cuba para buscar a su hija Florencia Kirchner. Dos semanas estuvo en su departamento de Recoleta. Ahí pasó el 24 de marzo, hizo colgar en su ventana un pañuelo en memoria de los desaparecidos y desde ahí hizo gestiones por la COVID-19 de las que ni su entorno da información. Prefieren que el comando lo mantenga Alberto Fernández aunque muchos le atribuyan intervenciones que no agradan al entorno presidencial. “No hay tal cosa”, negó a Infobae el propio Presidente de la Nación, que esta semana tuvo que poner el cuerpo, la voz y la cara después del fallido operativo del viernes 3 para el cobro de jubilaciones y por el escándalo desatado tras la compra de alimentos con sobreprecios.
Finalmente este martes, a las tres de la tarde, Cristina Fernández volvió a Olivos. Desde el 10 de diciembre había adoptado por costumbre visitar al Presidente en la residencia oficial. Algunos sábados desayunaron. También hubo alguna cena entre ambos. Ella discontinuó las visitas a su regreso de La Habana obligada por la cuarentena que todo ciudadano que llega del extranjero debe respetar. De todos modos hablan a diario.
En su departamento de Juncal solo la visible custodia delató estos días la presencia de la vicepresidenta. Desde allí, como contó Infobae, mantuvo extensas charlas con muchos de los intendentes de Buenos Aires, del Conurbano y del interior. Más y menos K. Incluso se comunicó con aquellos con los que hacía un año no hablaba. Ninguno opositor. A cada uno lo sometió a un amplio interrogatorio sobre cantidad de camas, situación sanitaria, cantidad de respiradores, situación económica, y en el caso de los municipios donde hay empresas productoras de alimentos requirió saber si estaban trabajando y entregando mercadería. Todos la notaron calma pero preocupada. Agradecieron el gesto. Y le advirtieron la fuerte caída de la recaudación. Nadie lo dijo, pero la mayoría sienten más cerca a Alberto Fernández que al gobernador Axel Kicillof, el favorito de la vicepresidenta.
Su vuelta a Olivos, donde algunos días participa de reuniones su hijo Máximo Kirchner, jefe del bloque de diputados del Frente para la Victoria, ocurrió después de la visita del presidente Fernández al Instituto Malbrán y un rato antes de que llegaran Kicillof y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, a quien el lunes por televisión el Presidente agradeció su trabajo. En esa misma entrevista destacó el rol de intendentes de Juntos por el Cambio bonaerenses como el de Lanús, el de Tres de Febrero y hasta Jorge Macri de Vicente López. Si a ella le molestan esos acercamientos, él no lo cuenta. Tampoco los voceros de la titular del Senado. Hoy Fernández volvió a dejar en claro su postura antigrieta con el pasado reciente y compartió una visita con el lanusense Néstor Grindetti. Es el tono que les imprime además a las teleconferencias con todos los gobernadores del país, incluso los más antikirchneristas.
Los últimos errores propios que la oposición aprovechó para cuestionar al Gobierno pusieron otra vez a Fernández como vocero. Tuvo que desmentir incluso operaciones internas (en Desarrollo, por ejemplo) y enojos con su coequiper. “Ayer estuve hablando con ella un rato largo, vino a visitarme a Olivos para trabajar sobre algunos temas puntuales. Hablo con ella siempre. Somos amigos, hay que entender también eso, ¿no?", respondió esta mañana en Radio Ciudad. Y recordó que es la vicepresidenta, que presidió dos veces el país y que “siempre tiene cosas para aportar, ideas para aportar”. Reconoció además: “A veces estamos de acuerdo, a veces no. Pero yo siempre la escucho con mucha atención, por su experiencia y capacidad, es una mujer de una gran capacidad y de una gran inteligencia”. De todos modos, parece que le irrita responder sobre supuestas diferencias.
Hacía casi un mes que no se veían personalmente. CFK cumplió estrictamente los 14 días de encierro, antes había pasado una semana de viaje: partió de Buenos Aires el domingo 15 y regresó en el vuelo semanal de Cubana de Aviación el domingo 22 de marzo. Alberto Fernández contó que ella fue a Olivos donde él concentró todas sus reuniones porque tenían que ver “cosas juntos”. "Nosotros hablamos muy bien, tenemos un buen trato, somos amigos. Hablamos de un montón de cosas, desde el tema económico, pasando por la deuda, pasando por lo que pasa, contando experiencias que ella ve en el interior del país y que yo no conozco. En fin, es la charla de dos amigos que tienen funciones importantes en un momento como este”, repasó el jefe de Estado.
Cristina Fernández no comparte, como tampoco el Presidente, la idea de que los funcionarios y legisladores deban achicar sus sueldos y dietas para aportar a un fondo contra el coronavirus. Aún así Alberto Fernández se mostró tan cauto como Larreta y no cuestionó los cacerolazos. “Permítanme que no los comparta”, se excusó, pero reflexionó que cada cual tiene derecho a manifestarse y protestar por lo que le parezca.
CFK por su parte ha mantenido firme su decisión de que no haya sesiones en el Senado, lo que dejó sin margen de maniobra a Sergio Massa en Diputados, que impulsaba una sesión virtual o presencial con recaudos como han tenido Parlamentos de otros países y ayer mismo la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
Ante la ola de reclamos contra la política entre los senadores del Frente de Todos hubo quienes decidieron donar parte de sus haberes o hasta el 100%, como lo hizo el misionero Maurice Closs, quien aclaró que tal vez otros no puedan imitarlo porque en su caso tiene otros ingresos. La semana pasada el bloque oficialista tuvo su primera reunión virtual desde el inicio del aislamiento social obligatorio, aunque funcionarios y legisladores que no formen los grupos de riesgo están exceptuados y pueden circular. Con guardias mínimas, las reuniones se hacen a través de plataformas que pueden resultar incómodas pero permiten los intercambios. Los senadores hicieron una larga lista de reclamos de las provincias, de todo tomó nota José Mayans y también varios kirchneristas como Anabel Fernández Sagasti y Oscar Parrilli. Los tres hablan con CFK. Incluso en medio de la reunión la vice llamó a Mayans y le pidió que transmitiera un saludo al resto de los senadores de su parte. Sobre las dietas coincidió con él en que cada cual puede donar, si lo desea, pero frenaron el intento de una resolución conjunta y única.
Esta semana su hijo, Máximo Kirchner, impulsó otras ideas: un impuesto excepcional a las grandes fortunas, un impuesto específico para diputados y senadores que superen un patrimonio a establecer y un tope a las ganancias de los supermercados. Esa iniciativa del diputado, que es jefe de la bancada oficialista, y la resistencia en Juntos por el Cambio, llevó a Massa a rediseñar su esquema de ahorros (había propuesto una reducción del 40% en las dietas) y bajará gastos administrativos por $200 millones.
El reproche además para la cámara que conduce Cristina Kirchner es por la inactividad en comisiones. Por Diputados ya pasaron a dar informes los ministros de Educación, Salud, Desarrollo Social, Transporte, Seguridad y hoy se presentará el de Defensa, Agustín Rossi, mientras que mañana estará en forma virtual el canciller Felipe Solá. La única reunión de comisión prevista en el Senado fue la que organizó el pampeano Daniel Lovera, presidente de la de Trabajo. Dos veces canceló su informe el ministro Claudio Moroni, la última fue el viernes en el medio del caos por la atención a jubilados que lo obligó a instalarse por la tarde en Olivos.
Esta semana el jefe del interbloque de juntos por el Cambio, Luis Naidenoff, escribió una carta a Cristina Fernández. Reclamó reactivar el Senado. Y la conformación de la comisión de Salud que en el reparto le toca conducir a la oposición. Un rato después de retirarse de Olivos, la vicepresidenta firmó una resolución, creó la comisión y designó como presidente al radical Mario Fiad. Lo secunda Fernández Sagasti.
También después de esa charla un grupo de diputados sindicalistas, entre los que están dos cristinistas como Hugo Yasky y Vanesa Siley, sacaron rápidamente de circulación un proyecto llamado Impuesto Patria con el argumento de respaldar la iniciativa en la que trabaja Máximo Kirchner con Carlos Heller. En público primaron los buenos modales: el Presidente se enteró de la idea de un impuesto a los ricos que analizaba Máximo Kirchner a través de una pregunta del periodista Horacio Verbitsky el sábado en Olivos. Tampoco tuvo consenso en Casa Rosada esta iniciativa que generó enorme malhumor en las redes sociales: el primer artículo establecía un tributo para los patrimonios de diez millones de pesos, un incremento en Ganancias para quienes tienen una rentabilidad superior a 50 millones de pesos y un gravamen a los bienes registrados en el exterior. No hizo falta el ciberpatrullaje del que habló la ministra de Seguridad, Sabina Frederic, para detectar el enojo.
Fuente:www.infobae.com
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