“Voy a seguir luchando mientras viva por mis hijos, por encontrar justicia”, le dice a Crónica Héctor Oscar Suárez, padre de cuatro hijos varones. “Me quedaron dos”, se le quiebra la voz a este hombre de 64 años.

Dos de sus hijos murieron víctimas de la inseguridad en dos hechos diferentes, pero en el mismo barrio Kilómetro 26, de Florencio Varela. En 2003, Ariel Suárez, de 21 años, volvía de trabajar cuando lo mataron. “Como el asesino era menor de edad quedó libre”, se resigna el papá, que creyó que nada peor ya podía pasarles a él y su señora Emilia Cuevas.

Pero en 2012 asesinaron a su hijo José Luis, papá de tres chicos, que en ese momento tenían 4 meses, 5 años y una nena de 7. “Todavía no habíamos superado lo que nos había pasado, que nos pasó lo mismo de vuelta”, sostiene Héctor, que junto a su mujer siguen yendo a la comisaría, a la fiscalía, pegando carteles en la calle reclamando justicia.

Gran indignación

“Con lo de Ariel no se puede hacer nada, porque era menor, pero con José Luis hace cinco años que hay un prófugo y no lo agarran. Yo y mi señora nos movemos por todos lados, esperamos horas que nos atiendan y si lo hacen nos dice que lo están buscando”, sostiene el papá y agrega: “No puede ser que no lo puedan agarrar. Los hermanos y la madre siguen viviendo en el barrio. Hay vecinos que lo vieron venir de noche, pero la policía no se mete donde andan los malandras”.

“Mis hijos son todos trabajadores. Siempre los cuidé. Son todos buenas personas, a dos de ellos me los arrancaron”, sostiene el papá. José Luis tenía 27 años, trabajaba en una fábrica, estaba casado y tenía tres hijos. El 29 de enero cenaron en lo de sus padres. La nena se quiso quedar con los abuelos, José Luis se fue a su casa, con su esposa y los dos varones, que quedaba a unas cuadras. Cuando llegaron escuchó ruidos en el patio, tomó un cuchillo, al salir vio que le estaban queriendo robar la pileta de lona, los delincuentes le arrebataron el cuchillo y entonces lo asesinaron a puñaladas.

“Mi nieto, que ese momento tenía cinco, vio todo”, recuerda Héctor.
“Yo sigo luchando, extrañándolos, pero sigo para adelante”, sostiene Héctor, quien afirma: “Siento que me van a ayudar más los medios que la Justicia. No puede ser que en cinco años no los hayan podido agarrar. Si no vamos con mi señora a preguntar queda todo encajonado”.
Sus otros dos hijos se dedican a proteger, uno es empleado de seguridad y el otro policía.