Comenzó en Córdoba el juicio por el crimen de María Eugenia Lanzetti. El único acusado, su esposo Mauro Bongiovanni, expresó ante los jueces: "Les pido perdón a mis hijos, padres y hermanos de Marita y a mi familia. A los papás de los chicos que estaban en jardín. Soy un muerto en vida en la cárcel".

Esas palabras están contenidas en la carta que leyó, admitiendo el crimen pero, al mismo tiempo, pidiendo ser considerado inimputable. Los dos hijos que tuvieron como matrimonio estaban presentes en la sala de la Cámara del Crimen de San Francisco.

"Me equivoqué, estaba enfermo, pido perdón", insistió el imputado.

Lanzetti tenía 44 años cuando fue asesinada por quien era su marido el 15 de abril de 2015, en la sala de un jardín de infantes donde trabajaba.

Bongiovanni, de 46 años y empresario, está acusado de homicidio doblemente calificado por el vínculo y por haber sido cometido en un marco de violencia de género. De ser hallado culpable, le corresponde la prisión perpetua.

Este lunes declararon tres testigos directos del crimen: la maestra que compartía la actividad en la guardería con Marita; la enfermera que estaba en el mismo centro vecinal donde ocurrió, y la médica, que fue la primera que la socorrió a segundos del ataque.

También declararon tres policías: el primero que llegó a la guardería, cuando "Marita’" ya había muerto; el que operaba el sistema de botón antipánico (que confirmó que la mujer llegó a hacerlo sonar ese día), y el agente que detuvo a Bongiovanni en su casa, poco después del asesinato. Ese uniformado ratificó que el imputado no se resistió, que salió de su casa y se entregó diciendo: "Cometí una locura, me eché un moco".