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EL TIEMPO EN LA CRUZ

13 de diciembre de 2016

"Se discutía sobre el cultivo de tomate, no recordaban que se murió una criatura"

Con esas palabras resumió el abogado querellante, Julián Segovia, lo que fue el juicio contra el productor acusado por la muerte del niño de Lavalle que se intoxicó, junto a su prima, después de entrar en contacto con un peligroso agroquímico. Ricardo Nicolás Prieto fue absuelto y la sociedad estalló en protestas ante una muerte que no tiene justicia.

Estaba escrito, hace una semana la Justicia correntina pudo haber cambiado la realidad de miles de personas. Pero no fue así. El Tribunal Oral Penal de Goya decidió sobreseer al primer productor en la historia del país que fue llevado a juicio, acusado de provocar la muerte de un niño y las gravísimas lesiones de una niña por el mal uso de agroquímicos. Quedó libre, gracias a un fallo polémico que desató una bronca generalizada.

Ricardo Nicolás Prieto fue declarado "inocente" del cargo de "homicidio culposo y lesiones culposas en concurso ideal" del pequeño Santiago Nicolás Arévalo y su primita Celeste. Los magistrados no consideraron que la muerte por envenenamiento, a causa del uso indebido de un producto altamente venenoso en su tomatera del paraje Puerto Viejo de Lavalle, fue provocado por el productor tomatero. Y pasaron por alto los resultados de las muestras forenses en el cuerpo del niño y las muestras de sangre de su prima, que revelaban un claro caso de intoxicación severa. El juicio que comenzó a mediados de noviembre era histórico. Todo el país estaba atento al veredicto, porque iba a marcar un precedente que serviría para encausar miles de hechos similares en todo el territorio. Y también serviría para poner una regulación más firme a la actividad agrícola en todo el país. Hasta ahora, hubo productores juzgados por causar contaminación ambiental y afectar la salud pública. Pero a Prieto lo acusaban claramente de una muerte y eso nunca antes había pasado.   INTERESES   La familia no perdía las esperanzas, y la querella estaba convencida de que el tomatero iba a ir tras las rejas. Sobre todo después de la ronda testimonial, en la que desfilaron por el banquillo la familia de los dos pequeños, Santiago y Celeste, y especialistas en la materia.  La voz más resonante también fue la de uno de los referentes del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, Juan Alberto Sablich, quien condenó la irresponsabilidad del productor que terminó con la muerte del pequeño. Y que reconoció, una vez más, que el endosulfán con el que regó su tomatera un día antes de que el niño y su prima se intoxiquen era altamente peligroso y su uso no era recomendable cerca de las personas.  Todas las pruebas apuntaban en contra de Prieto, pero el lunes pasado, después de varias demoras para dictar el veredicto, su completa absolución por los dos cargos tomó por sorpresa a todos. Los jueces terminaron así por aceptar el planteamiento de la defensa, de que no fue el agrotóxico lo que provocó la muerte del pequeño y la intoxicación que casi derivó en un transplante de su prima; sino que fueron las semillas de una planta de la zona que ellos ingirieron tal vez jugando lo que provocó la tragedia. Todo a pesar de que los estudios de toxicidad de esa planta no arrojaron resultados alarmantes que confirmen la versión de los abogados del productor.  "Se discutía sobre el cultivo de tomate, no recordaban que se murió una criatura", dijo indignado el abogado querellante de la familia Arévalo, Julián Segovia, al salir del Tribunal. Y agregó: "Era importante el precedente: que no muera más gente inocente". Según lo anticipado, mañana se leerán los fundamentos del veredicto. Y el propio Segovia anticipó que apelarán. "Es como si la muerte de Santiago fue en vano. Ahora hay que empezar de nuevo", dijo en diálogo con la prensa. Santiago murió en abril de 2011 y casi seis años después no hubo justicia. Ni para él, ni para otras víctimas de uno de los sectores más poderosos de la economía mundial.
Tarde El endosulfán, producto rociado en la tomatera de Prieto y que le costó la vida a Santiago, fue desarrollado a principios de la década de los 50. Era un insecticida y acaricida perteneciente al grupo de los organoclorados. Fue catalogado como un Contaminante Orgánico Persistente por su bioacumulación y biomagnificación. Se trata de un producto que no se degrada y que se acumula en los tejidos grasos de los organismos vivos, aumentando su concentración en cientos o hasta millones de veces a medida que va subiendo en las cadenas alimenticias.  Sin embargo, a pesar que desde 2001 varios países de Latinoamérica prohibieron su uso, en la Argentina se continuaba empleando y era uno de los productos más populares, porque con la prohibición en otros lugares el precio disminuyó considerablemente. Santiago murió en abril de 2011 y la Convención de Estocolmo decidió recién un mes después prohibir definitivamente la venta del producto en todo el mundo, tarde para el niño y su familia, y otros miles de afectados en el país.

JOSÉ CARLOS RIVERO: Otra muerte y la misma amenaza Santiago murió en abril de 2011 y su prima se salvó, pero estuvo muy grave durante varios meses. A la indignación general por lo que se consideró el resultado de una total irresponsabilidad y desinterés de parte de un productor, un año después otro caso en la misma localidad provocaría un levantamiento popular en contra de las tomateras.  José Carlos Rivero tenía, al igual que "Santi", 4 años cuando en mayo de 2012 falleció en el hospital Garrahan de Buenos Aires, trasladado desde Corrientes con un cuadro de intoxicación sufrido después de aspirar un agroquímico igualmente peligroso que se metió en su casa proveniente de una tomatera lindante. Mientras la familia Arévalo marchaba por justicia, este nuevo hecho, casi idéntico al que sufrieron ellos, reforzó el reclamo popular. Sin embargo, los Rivero también son gente humilde y en su caso, más allá de la repercusión, el productor acusado aún no fue llevado a juicio. En abril de 2014, la Justicia de Goya dictó Auto de Falta de Mérito contra el productor acusado en la causa de Rivero. Y la decisión se tomó a pesar de que las pruebas médicas demostraron la existencia de fosforados que son utilizados en las plantaciones de tomates de una finca en la sangre del niño muerto.    Fuente:www.diarioellibertador.com.ar


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